Entre otras vivencias extremas que nos produce la vida diaria se suelen incluir las experimentadas al ir de compras con nuestra pareja, hay horrores que es mejor no nombrar, pero en algunas ocasiones es necesario explayarse y comulgar con las miles de victimas silenciosas que pueblan hogares y que a la voz de "mañana tenemos que ir a comprar" erizan los pelos de mas de un santo varón.
Y es que si hay algo que desepera es mirar como se entretienen mirando trapitos y sin calcular el tiempo empleado y las vueltas dadas son capaces de no verte marchitar tu paciencia,que no es infinita y se agota por momentos aunque la mayor exasperación posible ocurre cuando la compra no ha culminado y todas las prendas permanecen desordenadas en sus anaqueles y perchas, es entonces cuando uno llega al limite y se promete que no volvera a pasar y como alma que lleva el diablo abandona el centro comercial entonando gruesa artilleria y volviendo al hogar.
Ciertamente tales crisis no se producen de forma que lleguen a producir abandonos familiares masivos y aun bajo la tirania de la parienta se sobrevive e incluso en alguna ocasión nos tomamos la revancha acudiendo a algún negocio donde de rienda suelta a mi afan descubridor y para ello no hay nada mejor que el todo a 100 de mis amigos asiaticos.
En este gran mercado oriental lo mismo se mezclan relojes con aspecto brilloso y cuadros de movimientos mareantes con tecnologia de usar y tirar, eso si al módico precio de un euro.
Tan solo es un ejemplo, seria profuso listar la cantidad de atrayentes objetos que atestan la pequeña china, e incluso de ocasión en ocasión se descubre alguno que por nuevo y por ortografia extranjera no acaba de definirse en cuanto a su uso.
En fin una gozada, que nos ayuda a restablecer la libertad de via estrecha que uno se puede permitir, y a diferencia de compras no culminadas,yo aqui siempre pico y dejo a la oriental con ancha sonrisa.
Total por poco dinero he experimentado una pequeña aventura visitando mercados que ademas de baratos provienen de lejanas y diferentes tierras.
Y es que si hay algo que desepera es mirar como se entretienen mirando trapitos y sin calcular el tiempo empleado y las vueltas dadas son capaces de no verte marchitar tu paciencia,que no es infinita y se agota por momentos aunque la mayor exasperación posible ocurre cuando la compra no ha culminado y todas las prendas permanecen desordenadas en sus anaqueles y perchas, es entonces cuando uno llega al limite y se promete que no volvera a pasar y como alma que lleva el diablo abandona el centro comercial entonando gruesa artilleria y volviendo al hogar.
Ciertamente tales crisis no se producen de forma que lleguen a producir abandonos familiares masivos y aun bajo la tirania de la parienta se sobrevive e incluso en alguna ocasión nos tomamos la revancha acudiendo a algún negocio donde de rienda suelta a mi afan descubridor y para ello no hay nada mejor que el todo a 100 de mis amigos asiaticos.
En este gran mercado oriental lo mismo se mezclan relojes con aspecto brilloso y cuadros de movimientos mareantes con tecnologia de usar y tirar, eso si al módico precio de un euro.
Tan solo es un ejemplo, seria profuso listar la cantidad de atrayentes objetos que atestan la pequeña china, e incluso de ocasión en ocasión se descubre alguno que por nuevo y por ortografia extranjera no acaba de definirse en cuanto a su uso.
En fin una gozada, que nos ayuda a restablecer la libertad de via estrecha que uno se puede permitir, y a diferencia de compras no culminadas,yo aqui siempre pico y dejo a la oriental con ancha sonrisa.
Total por poco dinero he experimentado una pequeña aventura visitando mercados que ademas de baratos provienen de lejanas y diferentes tierras.
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